09/02/2023

Los alimentos que se come la crisis climática

El trigo, el cacao, el café o el plátano son algunos de los alimentos que pueden desaparecer por las consecuencias de la crisis climática, según la organización Slow Food, que actúa para prevenir la desaparición de alimentos regionales. España se juega su papel como huerta de Europa por la escasez de agua y las temperaturas extremas.

 

Crisis climática y falta de agua

“Igual España pierde su posición de ser la huerta de Europa en un futuro medio-largo”, augura el científico titular del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA), perteneciente al CSIC, José Luis Gabriel. Este calificativo no es solo un lema publicitario: somos el país que más productos hortofrutícolas frescos exporta de la UE.

El año pasado salieron rumbo a Alemania, Reino Unido y Francia, entre otros, 5,7 millones de toneladas por un valor de 6.576 millones de euros, según los datos de la Federación Española de Asociaciones de Productores Exportadores de Frutas, Hortalizas, Flores y Plantas vivas (Fepex). La mayoría fueron pimientos, cítricos, lechugas, tomates o aguacates, cuyo cultivo requiere más agua que otros productos, ya sean de tipo extensivo, como el maíz, o intensivo, como otros hortícolas. “Todas esas producciones lo normal es que se vayan moviendo al norte. Lo que está en Almería seguramente dentro de unos años termine en Barcelona y, en unos pocos más, en Francia o Alemania, porque van a tener unas temperaturas más suaves que las nuestras, y agua”.

La huella hídrica

España es el segundo país de Europa con mayor huella hídrica, aún siendo el más árido de la UE, según un estudio del Centro de Estudios e Investigación para la Gestión de Riesgos Agrarios y Medioambientales (CEIGRAM) de la Universidad Politécnica de Madrid. Este es un indicador que mide el volumen total de agua dulce que se usa para producir los bienes y servicios de consumo: según el estudio, la huella es de 6.700 litros por persona y día.

¿Cambiar unos alimentos por otros?

Los cultivos que dan fama a las huertas de Murcia, Valencia o Almería, ¿se podrán reemplazar por productos de los trópicos? No es tan sencillo, explica Gabriel: “El problema del cambio climático muchas veces no es que suba la temperatura sino que seguimos teniendo inviernos muy fríos y eventos muy extremos”. Si continúa el mismo ritmo de emisiones de C02, en lugar de alcanzar una reducción del 43% para 2030, como señala el último informe del IPCC, los cambios en el campo español serán más que evidentes en 20 o 30 años, según el experto del INIA: “Con inviernos más fríos, primaveras más cortas y cálidas, y menos lluvias y peor distribuidas, va a haber un problema: es fácil que no se reemplacen los cultivos por otros”.

El aumento de las temperaturas globales, consecuencia de la crisis climática, ha provocado una reducción de la productividad agrícola de un 21 % desde 1961, en comparación con un escenario sin cambio climático, según FAOSTAT. Esto ha supuesto una considerable reducción de la producción mundial de alimentos básicos como el arroz y el trigo.

Mitigación y adaptación a la crisis climática

El sector agrícola trata de reducir su propia contribución a la crisis climática empleando menor cantidad de fertilizantes, con la reducción de las emisiones de óxido de nitrógeno o mediante el secuestro de carbono (usar la capacidad del suelo para eliminar CO2 de la atmósfera y desacelerar el calentamiento), explica el investigador del INIA. También es importante cambiar el chip para adaptarse y dejar de lado incluso los aspectos culturales, como dice medio bromeando y muy en serio Gabriel: “Ya no sembramos en función de los refranes”. El cambio climático los ha dejado sin utilidad.

Estamos viviendo cambios en los ciclos de cultivo y se avecinan más. El reto del sector hortofrutícola español para el futuro inmediato es adaptarse a un nuevo entorno difícil y cambiante para seguir liderando y garantizando la producción que le caracteriza. Y ya está empezando a hacerlo: se están produciendo alimentos que nunca se han cultivado aquí y que proceden de lugares más áridos o con veranos más prolongados, y se cultivan variedades de ciclo más corto a la par que se mejoran los sistemas de riego. “Se están obteniendo buenos resultados”, asegura Gabriel.